Los grandes perdedores
A lo largo de la historia la humanidad ha ido cerrando fuertemente sus fronteras entorno a sus intereses. De ahí que cada vez sea más difícil para algunos entrar en ciertos territorios abandonando todo cuanto conocen. Su mayor motivación es la necesidad y no falta quien quiere aprovecharse de eso. La inmigración no es la excepción, detrás del sufrimiento que vemos se mueve mucho más de lo que imaginamos.
Desde el inicio de la
humanidad esta se caracterizó por ser nómada. Iba de un lugar a
otro buscando la forma en la que subsistir. Los hombres se
desplazaban según lo que en cada momento les fuera más importante
sin que nada (salvo rivales, animales o fenómenos de la naturaleza)
les impidiera hacerlo. Con el tiempo los nómadas se fueron asentando
y aparecieron las ciudades y entre guerras y acuerdos se fueron
configurando las actuales fronteras. Se crearon unas barreras
invisibles que, sin embargo, se podían ver a kilómetros de
distancia. De repente aquellos que en el pasado habían contado con
total libertad para moverse estaban atrapados. La única manera de
poder salir del lugar que por nacimiento te ha sido asignado es poder
comprar tu salida. Solo los que tienen los recursos suficientes
pueden seguir moviéndose como los antiguos pueblos casi sin
impedimentos. Aquellos quienes de verdad lo necesitan están
atrapados. Si no tienen la “suerte” de nacer en un lugar prospero
su única posibilidad es la clandestinidad.
Abandonan su casa.
Abandonan a su familia. Abandonan a sus amigos. Abandonan su tierra.
Tienen que despedirse de todos a los que quieren e iniciar un viaje
en el que ni siquiera el destino es seguro. ¿Cómo te sentirías tú
en su lugar? ¿Serías capaz de dar el salto? No es fácil pero les
engañan y les hacen creer que más allá del mar tienen un futuro.
Piensan que tras la larga y peligrosa travesía en la que pueden
dejar hasta su vida encontrarán oportunidades: la oportunidad de
ayudar a su familia, la oportunidad de crear sus propias
oportunidades. Hay incluso quien con especial ahínco construye esas
posibilidades. Son los encargados de construir los sueños que
romperán con la misma facilidad con la que una patera se hunde. Son
quienes les arrebatan todos los ahorros de sus vida. El mundo no les
ha dado otra opción a ellos que no tienen nada. Solo tienen una
forma de luchar y esa es recurriendo a la más peligrosa trampa.
Nadie le ha dicho que
sea fácil pero sí que al lugar al que van a llegar tienen
oportunidades, allí es más fácil. Nadie les ha dicho que allá
donde vas te mirarán con desprecio. Nadie les ha dicho que allá
donde van hay crisis y mucho les culparán. Nadie les ha dicho que
les acusarán de robar un puesto de trabajo que en otras
circunstancia nadie querría. Nadie les ha dicho que las
posibilidades de encontrar una posibilidad real son escasas. Nadie
les ha dicho que quizá nunca vean a su familia o que tal vez la
vuelvan a ver demasiado pronto, cuando al poco tiempo de llegar les
obliguen de coger un avión y regresar a su país. Tú no tienes
dinero y, por tanto, no te puedes pagar tu entrada legal y como tal
te tratarán.
Todos los países en
algún momento han tenido dificultades (más en la actualidad), todos
podemos tener un familiar, un amigo o un conocido que tiene que dejar
su hogar e irse fuera. Tal vez sea a nosotros a quien nos toque la
próxima vez. Nos olvidamos de eso y no tratamos a quienes en
situaciones más complicadas que la nuestra lo arriesgan todo.
Deberíamos tratar de ayudarles y, por el contrario, le damos la
espalda.
Ellos son los grandes
perdedores de este juego llamado mundo. Intentamos ignorarlo pero
hemos creado diferentes categorías y a aquellos que están por
debajo de manera más o menos disimulada los ignoramos. Cerrando los
ojos tal vez no podamos ver todo el dolor que se esconde en su mirada
pero aún se pueden escuchar los gritos porque aunque no lo parezca
esto está pasando a nuestro lado.