De un libro, una reflexión: "El olvido que seremos" de Héctor Abad Faciolince


«Yo aprendí, gracias a su paciencia, todo el abecedario, los números y los signos de puntuación en su máquina de escribir. Tal vez por eso un teclado —mucho más que un lápiz o un bolígrafo— es para mí la representación más fidedigna de la escritura. Esa manera de ir hundiendo sonidos, como en un piano, para convertir las ideas en letras y en palabras, me pareció desde el principio —y me sigue pareciendo— una de las magias más extraordinarias del mundo.» El olvido que seremos. Héctor Abad Faciolince.


A veces lo más maravilloso de la vida no es lo obvio. Tener el dinero para comprar todo aquello que podemos imaginar y más podría estar muy bien, pero hay algo mejor. Son los pequeños detalles los que se recuerdan y pueden hacernos sonreír aun en nuestros peores momentos.

Una sonrisa en el momento justo, la mordida sin dientes de un cachorro o el sonido de nuestros dedos golpeando el teclado. La forma en que aprendimos a juntar las letras y la persona que nos lo enseñó. Cuando las divisiones nos parecían lo más difícil que tendríamos que conseguir en nuestra vida. Aquellos piques en el colegio por demostrar ser el que mejor las resolvía. Los inocentes juegos con los que descubrir el mundo. Para algunas personas pueden ser la más grandes tonterías, para otras pueden ser un lugar seguro entre sus recuerdos.

Hay demasiadas cosas que están fuera de nuestro control. Por eso, es tan importante disfrutar cada momento, por muy tópico que suene. La magia no está donde creemos, ni alcanza lo sobrenatural, la magia reside en esos segundos que pasamos con aquellos que queremos o realizando aquello que nos apasiona. No subestimemos el poder del segundo que está por venir. Lo que importa es el aquí y el ahora. Recuerdo el pasado con una sonrisa, por muy feliz o triste que haya sido ya no puedo regresar a él, y seguiré tratando de no dejarme guiar por la corriente que dice que los adultos no pueden creer en la magia. 
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