De un Libro una Reflexión: "Danza de dragones" de George R.R. Martin

«Nunca volverá a andar, Bran dictaminaron los labios pálidos. Pero volarás.»

Damos demasiada relevancia a los sueños. Nos pasamos la vida suplicando a los dioses que nos den aquello por lo que no nos atrevemos a luchar. Pedimos y pedimos, pero seguimos estáticos. Tratamos de no recordar que en esta vida muy pocas veces lo que deseamos se cumple por sí solo. 

Nos empañamos en quererlo ya, ahora y como sea. El viaje hasta Ítaca ya no es valorado. Todo lo que se puede aprender por el camino no nos importa si este es largo. En la sociedad de las prisas es más idolatrado quien tiene el mejor coche del mercado y pasamos de largo del que pide limosna en las calles. Cuando en cualquier momento los roles pueden ser los contrarios.

Por suerte o por desgracia nuestra existencia es demasiado corta como para que podamos hacer todo cuanto nos gustaría y más: dar la vuelta al mundo y perdernos en mil pueblos; hablar todos los idiomas que se han inventado; leer cuanto libro ha sido escrito o escuchar cuanta canción se ha compuesto. Tenemos que elegir. 

Que no se pueda tener todo no es lo mismo que no tener nada. En la pugna por ser el mejor no hay que dejar atrás lo que realmente importa. Hay que elegir, sí. Pero las opciones las ponemos nosotros. Si tomamos las correctas no nos arrepentiremos. Si nos equivocamos sabremos por cuál no volver a pasar.

Nuestro único límite es el tiempo. Podemos dejar de ser su enemigo y no correr sino cuando realmente sea necesario. Puede que nos tropecemos y caigamos al vacío. No caminaremos nunca más, pero que más da cuando se puede volar. 
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