Hespérides | Humboldt, los seis días del genio en Tenerife

Universidad Humboldt de Berlín
Estatua de Alexander von Humboldt en Berlín | © Pixabay

A Alexander von Humboldt le bastaron seis días en Tenerife para desarrollar su teoría de los pisos de vegetación y aunar colecciones de minerales y vegetales. Recorrió Santa Cruz, La Laguna, el Puerto de la Orotava (hoy se corresponde con los municipios del Puerto de la Cruz y de la Orotava) y subió al pico del Teide. 

En su llegada a Santa Cruz criticó la gran cantidad de frailes y eclesiásticos con los que se encontraba. Observa, sin embargo, que ese elevado número no se correspondía con conocimiento: la biblioteca de los dominicos no contaba sino con unos pocos centenares de volúmenes. La independencia económica que obtuvo al heredar la fortuna de su madre le facilitaba realizar ese tipo de comentarios. Aunque estaba muy agradecido a la corte por su pasaporte real, no podía obviar ciertos aspectos. Uno de los más significativos fue su opinión sobre la esclavitud. En una carta a Suchfort, rector de la Universidad de Gotinga, muestra su preocupación por la esclavitud que los guanches sufrieron, motivo para él de que desaparecieran. Achaca esta a que, como los aborígenes no eran cristianos, se les consideraba menos que animales.

«Bajando al valle de Tacoronte se entra en ese país delicioso del que han hablado con entusiasmo los viajeros de todas las naciones. En la zona tropical he encontrado sitios donde la naturaleza es más majestuosa, más rica en variedad de especies; pero después de haber recorrido las riberas del Orinoco, las cordilleras del Perú y los hermosos valles de México, confieso no haber visto en ninguna parte, un cuadro más variado, más atrayente, más armonioso, por la distribución de las masas de vegetación y de las rocas». Cita de Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, de Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland.

Del recorrido que siguió para llegar hasta el Puerto de la Orotava se queda con sus paisajes. Se fija en la abundancia de vegetación y empieza a notar su especial distribución. Antes de llegar al Puerto de la Orotava pararon en el Jardín Botánico. Según recoge en Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente su plantación se había iniciado en 1795. Allí se encontraron con Louis Le Gros, vicecónsul francés. Él ya había estado en el pico del Teide por lo que su experiencia fue de gran ayuda para Humboldt y Bonpland. Al día siguiente, 21 de junio, inician su ascensión hacia las cumbres. Visitaron el drago de los Franchi. Humboldt realizó mediciones y las comparó con las de otros viajeros.

«El establecimiento de un jardín botánico en Tenerife es una idea sumamente feliz, a causa de la doble influencia que pueda ejercer este jardín sobre los progresos de la botánica y en la introducción de vegetales útiles en Europa». Cita de Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, de Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland. 

Cono volcánico del teide con matorrales en primer plano
El Teide | © Alejandra G.N.
Su gran objetivo era la subida al Pico del Teide. En sus cartas, libros y diario deja constancia de la pasión con la que afrontaba este ascenso. Es el primer volcán en el que se adentró. Llegó más lejos que estos viajeros al introducirse en su cráter, a pesar de los vapores de azufre que agujereaban su ropa. En sus cartas se siente su emoción por haber llegado hasta la cima. Hubiese deseado poder quedarse más tiempo. Realizó múltiples observaciones (medición de la calidad del aire, recogida de muestras de minerales, pisos de vegetación, etc.), pero no podemos olvidar la belleza de las palabras que le escribió a su hermano con las que resume su experiencia:

«Me voy casi en lágrimas; me hubiera gustado establecerme aquí; y apenas acabo de dejar la tierra de Europa. ¡Si tú pudieras ver esos campos, esos seculares bosques de laureles, esos viñedos, esas rosas!». Carta del 23/06/1799 dirigida a Wilhelm von Humboldt, su hermano.

Regresaron al Puerto de la Orotava (hoy Puerto de la Cruz) el 23 de junio. A su llegada les informaron de que su estancia se prolongaba un día más. Humboldt lamentó no haberlo sabido antes pues habría permanecido un día más en el Teide. Esa noche fueron invitados al Sitio Litre, cuyos jardines todavía se conservan. Desde ese lugar privilegiado vieron las hogueras por la víspera de San Andrés. 

Antes de partir el 24 de nuevo hacia Santa Cruz visitaron lo que hoy se corresponde con la zona de La Paz. Estuvieron en la casa de la Familia Cologán (se hospedaban en la residencia de la misma familia de la actual calle Quintana). Deja escrita su comprensión del interés turístico que ya entonces las Islas despertaban. De nuevo en La Laguna, almuerzan con el cónsul de Francia, Broussonet, a quien Humboldt encarga sus colecciones geológicas. En Santa Cruz vuelven a subir a la Pizarro e inician el periplo americano. Más tarde, en sus libros, uniría todas esas experiencias y terminarían de concretarse en Cosmos, el gran intento de aunar todo su conocimiento.

Sigue descubriendo la figura de Alexander von Humboldt y su periplo por Canarias.
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