Hespérides | El Drago, sangre de dragones en Canarias IV: La Orotava

Ramas de Drago | © Pixabay
Si hay un Drago que llegó a captar la atención internacional ese es el que se encontraba en La Orotava. Concretamente en la residencia de los Franchy. Diferentes personalidades pasaron por Tenerife y dejaron constancia de su presencia. Las relaciones viajeras de Borda, Staunton y Macartney (embajador de su majestad británica en su viaje a China) son un ejemplo.

André Pierre Ledru, integrante de la expedición del capitán Baudin al Caribe en el año 1796, Humboldt, Sir Jorge Satauton y el naturalista francés Broussonet le establecieron diferentes longitudes, pero todos coinciden en su gran tamaño. Otros viajeros que lo mencionan en sus crónicas son Piazzi Smyth, E. Pegot-Ogier, Thomas Debary, Ch. W. Thomas, J. Leclerq, Ch. Edwards y Olivia Stone.

La envergadura del árbol permitía que entre sus ramas se hubiese creado un espacio en el que se colocó una mesa y sillas para catorce comensales. Autores cuentan que aquí se celebró una comida para la comitiva británica presidida por Macartney.

En 1819 un huracán le hirió gravemente. Alfredo Herrera Piqué en "El árbol del drago: iconografía y referencias históricas" recupera las palabras de Sabino Berthelot en “Árboles y bosques” del siglo XIX. Este relató el incidente y cómo se cubrió la zona con una plataforma para impedir la infiltración del agua. Tras el huracán, un nuevo golpe lo recibió cuando se le arrancó un trozo de su tronco para llevarlo al Jardín Botánico de Kew. El astrónomo Piazzy Smith denominó "bárbaros" a aquellos que realizaron tal despropósito. Años más tarde, en 1867, el árbol terminó cayendo. Se conservan los grabados y las primeras fotografías que se llegaron a hacer de él. 

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