Reseña | En mares salvajes de Javier Reverte
Título: En mares salvajes. Un viaje al Ártico
Autor: Javier Reverte
Páginas: 448
Editorial: Debolsillo
Precio: 9.99€
En el verano de 2007, los hielos se abrieron por vez primera en el paso del Noroeste. Un año después, el autor del libro encontró pasaje en un barco oceanográfico ruso, uno de los primeros que acometían la aventura de cruzar el Paso. En el curso de trece días, fue testigo de la violencia del océano en aquellas salvajes latitudes cercadas por el hielo y de las condiciones de extrema dureza en las que viven los pocos habitantes de las regiones boreales.
He visto a Javier Reverte en varias ocasiones en el Festival Periplo del Puerto de la Cruz (Tenerife). Sus charlas me habían dejado con muchas ganas de acercarme a sus obras. Por eso, en cuanto vi disponible en ebiblio (biblioteca digital de la que os hablo aquí) su crónica En mares salvajes la reservé sin pensarlo dos veces.
Cuando lees algo con muchas expectativas corres el riesgo de que te acabe decepcionando. Es lo que me ha pasado. Tenía tantas esperanzas puestas en sus libros que, al final, se me ha quedado pequeño. O igual es que no empecé por el correcto. Sea como sea, En mares salvajes no llegó a las altas cotas en que yo lo había ascendido antes de si quiera empezarlo. Probablemente el problema no sea suyo, sino de lo que yo esperaba de él.
Como su título indica este libro narra un viaje por la ruta ártica. Lo más interesante es cómo desarrolla los viajes que llevaron a su descubrimiento. Confieso que si lo terminé fue por ello. Más que la historia de su periplo del presente narrativo me atrapó la evolución del pasado. Los primeros intereses por descubrir si era posible encontrar una ruta ártica hasta la materialización de las primeras navegaciones.
Con el presente, el viaje de Javier Reverte, no logré conectar. Describía ciertos paisajes como sosos y anodinos. Sin embargo, a mí me parecían completamente lo contrario. Al buscar fotografías de las zonas que mencionaba no me daban la misma sensación que a él. Tampoco empaticé con su forma de hablar de ciertos aspectos. Me transmitía altivez o clasismo, como si estuviera por encima de lo que veía. Esa idea no la he tenido cuando le he escuchado en las charlas suyas que he presenciado. Quizá, como decía, no escogí la mejor obra para descubrirle.
Solo hay un capítulo que llegó a emocionarme y por el que casi todo lo demás deja de importarme. El final del capítulo 6 es impresionante. Toda la vehemencia y la potencia que no encontraba están en esas últimas diez páginas. Un discurso sobre la importancia de cuidar el Ártico que logró erizarme la piel. Ojalá el libro hubiese acabado ahí.